Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. Sin embargo, dicha máxima no se cumple al describir el comportamiento humano. Diríamos que sucede lo contrario: “nos bañamos constantemente en el mismo río”.
Ejemplos para argumentar la expresión anterior se pueden encontrar todos los días y por todas las personas, basta con realizar un pequeño ejercicio de introspección. A continuación describiré la tendencia normal de las personas cuando se tienen que enfrentar al día día.
El vivir el presente es una frase típica que nunca nos cansaremos de repetir los psicólogos, la importancia de vivir el presente ya sea negativo o positivo es lo que nos vuelve persona. Sin embargo, no es lo que normalmente se hace. Al parecer la mayoría de las personas sienten que tienen la obligación de ser felices siempre, si no lo son tendrán que pensar en serlo en un futuro. Por tanto, el presente nos sirve únicamente como vehículo que nos transporta a ese anhelo de vida que será el futuro.
Una vez que nos hemos servido del presente como vehículo al futuro estamos más tranquilos con la vida actual ya sea mala o buena. Ahora bien, esta no está tenida en cuenta como tal sino como un reflejo de lo que es, lo importante es soportarla, no vivirla, ni sentirla. El bucle de irrialidad y de ceguera emocional en el que nos adentramos puede llegar a ser infinito.
Al experimentar el presente sin necesidad de huir del mismo, podemos proyectar nuestras necesidades hacia un futuro más comprometido con el ser persona y sentirse autorrealizado. De esta forma estaremos no solo bañándonos solo una vez en un mismo río, sino que también seremos más auténticos con el momento vivido.
“El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras”. William Shakespeare.
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Saludos,
Héctor Peraza Díaz
Cada minuto que pasa somos más diferentes, al igual que las aguas que bajan por el río. Ni volvemos a ser los mismos ni tampoco el agua.
«sip la vida y el agua son una espiral»
Es un cambio constante. Por más mínimo que sea, cada minuto que transcurre en nuestras vidas habremos cambiado un poco. Imperceptiblemente. Imaginemos nuestra vida es como un espiral. No nos corresponde el círculo.